Uno de los motivos más comunes por los que los pacientes acuden a mi consulta es el dolor en el hombro, sobre todo cuando intentan levantar el brazo, cargar algo o incluso al dormir sobre ese lado. Muchos lo atribuyen al esfuerzo físico, a “la edad” o a una mala postura, y a veces esperan semanas o meses a que se les pase solo… pero el dolor sigue ahí, o incluso empeora.
Dos de las causas más frecuentes de este tipo de dolor son la tendinitis del manguito de los rotadores y el síndrome de compresión o atrapamiento subacromial. Aunque son problemas distintos, están muy relacionados, y hoy quiero explicarte qué son, por qué suceden y cómo se tratan.
¿Qué es el manguito rotador?
Empecemos por entender un poco cómo está formado el hombro. El manguito rotador es un grupo de cuatro músculos y sus tendones que rodean la articulación del hombro. Su función principal es darle estabilidad al hombro y permitirnos mover el brazo en distintas direcciones: hacia arriba, hacia los lados, rotarlo, etc.
Cuando alguno de estos tendones se inflama —por uso excesivo, movimientos repetitivos, una lesión o simplemente por desgaste— hablamos de tendinitis del manguito rotador. Es una inflamación dolorosa que puede limitar mucho los movimientos del brazo.
¿Y el síndrome de compresión?
El síndrome de compresión subacromial, también conocido como síndrome de pinzamiento, sucede cuando hay un estrechamiento del espacio entre el hueso del hombro (acromion) y los tendones del manguito rotador. Esto hace que al mover el brazo, los tendones se “atrapen” o se rocen constantemente con el hueso, lo que provoca dolor, inflamación e incluso daño progresivo si no se trata.
En muchos casos, ambos problemas van de la mano: la compresión constante puede causar tendinitis, y la tendinitis puede empeorar la fricción en ese espacio.
¿Cuáles son los síntomas?
Los pacientes con tendinitis del manguito rotador o síndrome de compresión suelen presentar:
- Dolor al levantar el brazo, especialmente por encima de la cabeza.
- Molestias al cargar objetos, incluso ligeros.
- Dolor nocturno, especialmente al recostarse sobre el hombro afectado.
- Dificultad para realizar tareas cotidianas como peinarse, vestirse o alcanzar algo.
- En etapas más avanzadas, debilidad muscular o sensación de «trueno» al mover el hombro.
Es importante no ignorar estos síntomas, porque si el tendón se inflama repetidamente, puede debilitarse, desgarrarse o formar calcificaciones.
¿Por qué me está pasando esto?
Hay varios factores que pueden influir:
- Movimientos repetitivos del brazo por trabajo o deporte.
- Lesiones previas o caídas.
- Cambios degenerativos por la edad.
- Postura inadecuada o debilidad muscular en la espalda y hombros.
- Alteraciones anatómicas en el acromion que predisponen al pinzamiento.
No es exclusivo de deportistas ni de personas mayores. También veo pacientes jóvenes con estos problemas, sobre todo si realizan actividades repetitivas como cargar, empujar o levantar objetos en su trabajo o rutina diaria.
¿Cómo lo diagnosticamos?
En la consulta, lo primero que hacemos es una exploración física completa. Evaluamos la fuerza, el rango de movimiento y si hay dolor en ciertos ángulos. A veces usamos maniobras específicas para saber si hay atrapamiento.
Además, podemos solicitar estudios como ultrasonido musculoesquelético (muy útil para ver el estado de los tendones en tiempo real), radiografías o una resonancia magnética, en caso de que sospechemos daño estructural o desgarros.
¿Se puede tratar sin cirugía?
Sí, y de hecho, la mayoría de los casos se manejan con tratamiento conservador. Esto incluye:
- Medicamentos antiinflamatorios, para aliviar el dolor.
- Reposo relativo (evitar movimientos que desencadenen dolor, sin inmovilizar del todo).
- Ejercicios de rehabilitación, para fortalecer los músculos del hombro y mejorar la movilidad.
- Terapia física: calor local, ultrasonido terapéutico, movilizaciones y estiramientos guiados.
- Infiltraciones con esteroides en casos donde el dolor no cede.
La constancia en la rehabilitación es clave. Muchos pacientes notan mejoría en pocas semanas si siguen las recomendaciones correctamente.
¿Y si no mejora?
Cuando el tratamiento conservador no da resultado, o si hay un desgarro importante en el manguito rotador, se puede valorar la opción quirúrgica. Pero esa decisión siempre se toma de manera individualizada, después de una buena evaluación clínica y de imagen.
Mi objetivo como reumatólogo es que lleguemos a esa opción solo si realmente es necesaria. En muchos casos, el diagnóstico oportuno y el tratamiento adecuado permiten evitar una cirugía.
¿Qué puedo hacer desde ahora?
Si tienes dolor persistente en el hombro, si te cuesta trabajo mover el brazo o si llevas tiempo esperando a que “se te quite solo”, acude a consulta. Detectarlo a tiempo puede hacer la diferencia entre una recuperación rápida y una lesión crónica.
Estoy aquí para ayudarte a entender qué está pasando con tu cuerpo y ofrecerte un plan de tratamiento que se adapte a ti. No tienes que vivir con dolor.
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